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El día 30 de noviembre de 1935 en el centro de Madrid sucedió un curioso hecho delictivo, curioso para nosotros, pero trágico para un pobre barrendero llamado Alvaro Fernández Canelo que pago con su vida hacer frente a los atracadores.
Resulta, según la revista Crónica de fecha 8 de diciembre de 1935 unos atracadores decidieron asaltar el furgón que llevaba el dinero necesario para pagar las nóminas de los funcionarios del Ayuntamiento de Madrid, un millón y medio de pesetas de la época, cantidad que seguro fuera equiparable a la cantidad de millones que el Dioni años más adelante afanó, eso si, sin pegar un tiro.
Cuatro delincuentes decidieron atracar el furgón municipal justo cuando llegaba al Ayuntamiento. El atraco era sencillo pues el furgón era escoltado únicamente por un guardia municipal provisto de porra pero no de pistola, el cual, sólo pudo levantar los brazos cuando fue encañonado.
¿Y como murió el barrendero?
Pues como un héroe. El pobre profesional de la escoba decidió desarmar a los atracadores sin más armas que sus manos, a lo cual, los criminales respondieron con una lluvia de balas que llevaron a D. Alvaro Fernández al cementerio de La Almudena.
El Furgón a las puertas del Ayuntamiento
Un policía mostrando un agujero de bala que atravesó el coche de los atracadores y que fue disparada por un vecino.
El coche utilizado por los atracadores, el cual, fue abandonado en la calle Palos de Moguer.
Los compañeros del finado acudieron masivamente a su entierro.
La pobre viuda del barrendero el día del entierro.
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